En este pequeño artículo queremos abordar un tema silenciado o tabú para muchas, rodeado de controversias, mitos y desconocimiento y a la vez central y fundamental para lograr el bienestar pleno, tanto a nivel individual, como en nuestra relación de pareja. Nos estamos refiriendo a la sexualidad para lesbianas, el sexo y todos los paradigmas con él relacionados, a nuestra manera de concebirlo, vivirlo o disfrutarlo, a lo largo de toda nuestra vida.
¿Sabíais que según algunos estudios las parejas de lesbianas tenemos estadísticamente menos sexo que el resto de parejas? ¿A qué crees que se debe esto?
Nuestra experiencia en este campo nos indica que, aunque existen ciertas particularidades dentro de una relación lésbica que pueden incidir en la vida sexual de la pareja, y a las cuales también haremos referencia, la gran “culpa” o el motivo principal de esta diferencia tiene que ver con el hecho de ser mujer, y se potencia, para ser más exactos, por el hecho de ser relaciones de dos mujeres.
Si bien es cierto que es un campo en el que estamos avanzando, son muchas las mujeres o parejas que acuden a nuestro centro reclamando mayor frecuencia de contacto sexual (genital), refiriendo tener bajo deseo o encontrarse insatisfechas con respecto a su vida sexual.
Sexualidad para lesbianas. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Para entender esta dicotomía o explicar este comportamiento, podemos realizar un breve repaso de nuestro conocimiento sexual o relación con la sexualidad a largo de nuestra vida, desde la niñez hasta la etapa adulta, porque aunque la educación sexual y afectiva que hemos recibido en general hombres y mujeres es escasa, mala y muy defectuosa, nosotras, una vez más, nos hemos llevado la peor parte.
1. Desde bien pequeñas la reprobación por parte de nuestros mayores por “tocarnos” los genitales (hablamos de cuando en la niñez nos tocamos explorando nuestro cuerpo, en búsqueda de sensaciones y conocimiento) ha sido diferente dependiendo de nuestro género, resultando algo gracioso, comentado y compartido si se trataba de un varón, y en cambio algo silenciado y teñido de sentimientos de vergüenza o asco si se trataba de una niña.
2. En la etapa escolar, cuando en las clases de naturales o ciencias se explica la anatomía y sistema reproductor, no solamente se obvia la existencia del clítoris, sino que para ello se hace referencia especialmente a la eyaculación (asociada al placer) en el caso del aparato reproductor masculino y a la menstruación (asociada al dolor) en el caso del aparato reproductor femenino.
3. El hecho de que nuestros genitales sean menos accesibles, los dota de misterio y desconocimiento, siendo numerosas las mujeres que nunca se han parado a auto-explorarse y conocerse, tanto en el terreno de lo anatómico, como para el aprendizaje del camino al placer.
4. En las charlas impartidas sobre sexualidad, tanto en el ambiente familiar como en otras instituciones, donde hemos recibido información acerca de sexo, en muchas ocasiones por primera vez, se obvia completamente el tema del placer, gozo y diversión, centrándose casi en exclusiva en los riesgos relacionados con la práctica sexual, la prevención y, en nuestro caso, el temido embarazo.
5. Asimismo, debido a la influencia de la religión en nuestra cultura, el sexo solo estaba justificado para procrear, olvidándose de otro de sus principales sentidos, como es la obtención del placer.
6. En el caso de las mujeres, además, siempre se ha asociado o nos han enseñado que deseo o sexo van vinculados a enamoramiento, teniendo connotaciones negativas si esta premisa no se cumple, por parte de la sociedad y en ocasiones por nosotras mismas.
7. Por otra parte, desde siempre y hasta el día de hoy, nuestra cultura de educación sexual general ha estado marcada por el coitocentrismo, lo cual significa que una relación sexual solo será plena y satisfactoria si existe penetración, lo cual relega inevitablemente la responsabilidad del placer femenino al hombre.
Sexualidad para lesbianas. ¿A dónde nos ha llevado?
No es de extrañar, por lo tanto, que, con estos antecedentes, muchas mujeres no consigan disfrutar de sus relaciones sexuales de una manera libre, consciente y plena. La educación recibida, la falta de conocimiento y autoconocimiento, las ideas erróneas y preconcebidas de la sociedad dominante, los ejemplos y experiencias polarizadas vividas y los sentimientos negativos de vergüenza, culpa y asco dan lugar a una situación de bloqueo e inapetencia en muchas mujeres, las cuales, por no encontrar salida a esta situación, acaban renunciando a la relaciones sexuales satisfactorias, lo cual a su vez incide en la disminución del deseo sexual, acabando en ocasiones por renunciar a este aspecto tan vital e importante en una relación de pareja.
En la mayoría de relaciones, y sobre todo en las parejas lésbicas existe poca o nula comunicación en el terreno sexual (por todo lo expuesto anteriormente, y la vergüenza y los sentimientos negativos que nos persiguen) lo cual provoca que no expresemos prácticas que nos gustan, nos disgustan o nos hacen daño, zonas o lugares que nos excitan más, fantasías sexuales que nos gustaría llevar a cabo, comportamientos que nos cortan el rollo, etc., provocando que nuestras relaciones sexuales acaben siendo poco placenteras, estemos frustradas y tendamos a evitarlas.
Esta escasa o mala comunicación nos lleva a mostrar carencias a la hora de expresar nuestras necesidades sexuales, lo cual unido al papel pasivo que la mujer ha tenido educacional y socialmente a la hora de demandar sexo, provoca en muchas mujeres la falta de iniciativa a la hora de iniciar el contacto sexual. Lo cual a lo largo del tiempo, en una pareja de mujeres se traducirá en escasas relaciones sexuales, apatía, aburrimiento, falta de deseo ,etc.
Nuestro autoconcepto o baja autoestima, la inseguridad, miedo o vergüenza que sentimos, por una parte hacia nuestro propio cuerpo (talla, peso, edad o aspecto marcado nuevamente por la sociedad que nos inculca sus cánones de belleza) y por otra hacia el hecho de hablar de sexo o sexualidad con nuestra pareja o en general, marcan nuestro libre comportamiento durante la relación sexual, la capacidad de solicitar, gemir, lubricar, dejarse llevar…
Por otra parte y en relación a lo anterior, la homofobia interiorizada que todavía sufren muchas mujeres puede interferir a la hora de mantener relaciones sexuales con la pareja, alejando el sexo genital a pesar de existir amor por ambas partes como parte del proceso de no querer considerarse o auto-afirmarse como lesbiana.
Y por último, pero no menos importante, es el vital papel que juega la intimidad en la relaciones lésbicas. Según el psicólogo Robert Stenberg los elementos que componen el amor son intimidad, pasión y compromiso, los cuales dan lugar a diferentes tipos de relaciones en función de sus diversas combinaciones.
En la mayoría de relaciones entre mujeres estos tres elementos se desarrollan e interrelacionan de una manera particular y diferente a otro tipo de relaciones.
En concreto, y en relación con el tema de la sexualidad que aquí estamos abordando, la intimidad, o mejor dicho, el exceso de intimidad, tan frecuente en relaciones de dos mujeres, puede no dejar espacio a la relaciones sexuales. El sexo o deseo sexual surge precisamente para acercarse a otra persona, es el anhelo por mantener un contacto, en este caso físico y por lo tanto debe existir cierta distancia o identidad propia de cada miembro independiente a la identidad formada por la pareja, distancia que en numerosas parejas desaparece debido a la tendencia de las mujeres a fusionarse por este exceso de intimidad.
¿Cómo mejorar la sexualidad para lesbianas?
A continuación, os damos unas pautas que os pueden ayudar:
- Comunicaros: hablar, hablar y hablar, de lo que os gusta, de lo que no, de vuestras experiencias, fantasías, deseos…tenéis que ser claras con vosotras mismas y con vuestra pareja. Ademas, hablar de sexo os puede ayudar a “caldear” el ambiente.
- Educación sexual: nadie nace sabiendo y, como hemos hablado a lo largo del artículo, sí lo que sabemos es deficiente y erróneo, imaginaros. Empaparos de libros, artículos, talleres y charlas sobre sexualidad femenina.
- Empatiza: lo que te puede gustar a ti, puede no gustarle o no hacerle sentir cómoda a tu pareja. Escúchala, intenta entenderla y entre las dos tratar de llegar a un punto en el que os sintáis cómodas.
- Conócete: para poder disfrutar de tus relaciones sexuales en pareja, es esencial primero que conozcas tu cuerpo, su anatomía, tu sexualidad, lo que te excita etc.
- Quiérete: sabemos que no sentirnos a gusto con nuestro propio cuerpo, puede aumentar nuestra inseguridad a la hora de iniciar y mantener relaciones sexuales, probar cosas nuevas y condicionar el entorno. Por ello, os animamos a aceptaros, quereros y a trabajar en vuestra imagen corporal y autoestima.
- Cuidado con lo que piensas: el cerebro es el principal órgano sexual. Puede llevarnos tanto al placer como a la desconexión. Aquí sería importante identificar los pensamientos intrusivos, tanto anticipatorios “no voy a llegar al orgasmo” como catastrofistas “seguro que no está disfrutando” y aprender a no dejarte llevar por todo lo que mi mente me cuenta. Ejercicios previos de relajación y respiración para bajar la activación fisiológica también pueden ser útiles, así como mensajes o autoinstrucciones positivas “son solo pensamientos, tranquila, lleva la atención a tu cuerpo”. Y lo más importante, ¡déjate sentir!
- “Oblígate”: nuestro día a día puede ser muy estresante y agotador, dejando en un segundo (o tercer, cuarto, quinto…) plano el sexo. Por eso, es importante priorizar, dedicar y reservar momentos para el placer, aunque os sintáis atrapadas por vuestro ritmo diario.
- Fusión vs distancia: como hemos hablado anteriormente, un exceso de intimidad puede llevarnos a que decaiga la pasión. Para poder generar esos espacios nuevos de conexión e intimidad, es necesario mantener la individualidad de cada una (ocio individual, trabajo, amigos, familia etc) y poder admirar a tu pareja en otros entornos (por ejemplo, escucharla manteniendo una conversación laboral, dando una charla etc). Sabemos que al convivir, esta distancia es más difícil de mantener y no es de extrañar que las veces que tenemos más ganas de sexo es cuando cada una está en su trabajo o viendo a sus familias en algún lugar de la geografía española. Podéis utilizar estrategias como por ejemplo, llegar separadas al restaurante donde vais a cenar, hacer planes por separado y luego encontraros…
- Innovar: es fácil caer en la rutina y monotonía sexual. Las mismas posturas, el mismo lugar, la misma hora…así que chicas, es hora de probar cosas nuevas. Podéis hacer una lista de juguetes, posturas, fantasías y comprometeros a ir poniéndolo en práctica en las próximas semanas.
Me alegro mucho